Raquel Jiménez Cerrillo
Diputada Federal del PAN
A tan solo unos días de celebrar el día
internacional de la mujer hoy quiero hablar justamente del maravilloso papel de
ser mujer en el siglo XXI.
Y es que muchos años han pasado desde
el año de 1857 cuando en la ciudad de Nueva York se realizó una marcha de
mujeres de una fábrica textil en protesta por las condiciones laborales que
vivían, o 1908 cuando un grupo de costureras también en Nueva York se
declararon en huelga en protesta, exigiendo mejoras laborales, aumento de
sueldo y poner fin al trabajo infantil; en dicha huelga el 8 de marzo, ciento
veintinueve mujeres murieron quemadas en un incendio en la fábrica de textiles.
Y aunque desde 1909 se conmemora el 08
de marzo, no es sino hasta 1977 cuando las Naciones Unidas declararon el
"Día internacional de Mujeres Trabajadoras" y eligieron el color lila
para representar los esfuerzos de las mujeres que murieron.
Desde entonces la situación de la mujer
ha avanzado de forma muy significativa en todos los ámbitos de la vida, social,
laboral, profesional, jurídica, política etc., sin embargo, quedan muchas cosas
pendientes, especialmente que la sociedad reconozca su dignidad, para que las
mujeres seamos cada vez más respetadas y valoradas en nuestras positivas
potencialidades. Que seamos reconocidas en nuestra especificidad y en
nuestra feminidad, y que no sea el varón el punto de comparación sino la
dignidad personal de cada mujer.
Es muy lamentable ver y reconocer que
en nuestro propio País, y en pleno siglo XXI la mujer sigue siendo vulnerada en
su dignidad, reduciéndola a ser objeto de placer que puede usarse,
comercializarse y explotarse, hoy la trata de personas y de manera particular
la explotación o prostitución de mujeres de cualquier edad ocupa el tercer
negocio que más dinero mueve en el mundo, solo lo aventaja el tráfico de drogas
y el de armas, ambos deleznables.
Hay lugares y culturas donde la mujer
es discriminada o subestimada por el solo hecho de ser mujer, donde se recurre
incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales
para sostener la desigualdad de los sexos, donde se perpetran actos de
violencia contra la mujer, convirtiéndola en objeto de maltratos y de
explotación en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión.
Y que decir de otra condición que viven
millones de mujeres en todo el mundo, el drama humano de la inmigración,
mujeres que se ven obligadas a ir a otro País en busca de un poco de bienestar
para sus hijos, a costa de dejarlos en el país de origen, tantas veces en
situaciones sumamente precarias.
O aquellas que viven en la marginación
del conocimiento porque no tienen acceso a la educación, o las que viven
aceptando las decisiones de otros porque siguen siendo anuladas y pisoteadas en
los órganos de decisión del mundo empresarial o de los partidos políticos y de
gobiernos en los cuales y a pesar de lo que se diga la misoginia y el machismo
sigue siendo la ley.
La lucha de las mujeres en el siglo XXI
y de la sociedad acompañando esa lucha debe iniciar por reconocer que el hombre
y la mujer son iguales en dignidad, y en aquello que se distinguen son
complementarios. Debemos buscar una sociedad donde se resalte el papel
importante de la mujer, el valor de identificarse como tal, y la importancia de
la feminidad y de la maternidad como valores únicos e irremplazables, debemos
romper la gran confusión actual que ha llevado el feminismo radical y la
ideología de género en cuanto a “derechos” de las mujeres.
Los hombres y las mujeres necesitamos
reedescubrir y afirmar nuestra identidad y complementariedad en beneficio
propio, de la familia, del mercado laboral y de la sociedad en su conjunto;
desarrollar el papel diferencial de la mujer en la sociedad sin discriminación,
violencia o explotación porque la auténtica emancipación femenina consiste en
la libertad de ser realmente una misma, en ser mujer en términos de mujer.
Por ello es de particular importancia
la 59 Sesión de la Comisión sobre la condición Jurídica y Social de la Mujer de
las Naciones Unidas que tendrá lugar en Nueva York del 09 al 20 de marzo en la
sede de la ONU. Reunión en la que participaremos delegaciones representantes de
los Estados Miembros y Organizaciones no Gubernamentales acreditadas de todas
partes del mundo., para llevar a cabo un examen de los progresos logrados
en la implementación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing al
cumplirse 20 años de su adopción en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la
Mujer de 1995.
Llevaremos las voces de mujeres de todo
el mundo que claman el reconocimiento universal y el respeto de la identidad
femenina de su dignidad y de la auténtica igualdad entre hombre y mujer basada
en la complementariedad y reciprocidad.
Pugnaremos por políticas
internacionales y el reconocimiento en la legislación del valor del trabajo
silencioso y, aparentemente invisible, de la mujer en su familia y el
tratamiento del término “dedicación exclusiva a la familia” como categoría
laboral.
Impulsaremos la creación de un marco de
políticas internacionales de protección de la mujer trabajadora que tiene o
quiere tener hijos o que está dedicada parcial o exclusivamente a su familia y
la denuncia de cualquier tipo de discriminación contra ellas.
Exigiremos la prohibición de prácticas
violatorias de la dignidad y que son nuevas formas de explotación de la mujer
como lo es la maternidad subrogada que favorece el tráfico de personas y que
convierte a los niños en un producto comercial.
En fin como afirme antes, falta mucho
en nuestra cultura para que la valoración de la mujer no quede sólo en el
discurso y en la celebración de un día, sino que sea parte de la realidad de
todos los días.